El once del ascenso.
Arriba: Rodri, Balaguer, Céspedes, Pedreño, Calpe, Camarasa, Castelló y
Quique. Abajo: Vall, Currucale, Wanderlei, Domínguez y Serafín.
Con una plantilla plagada de futbolistas de
calidad, el Levante UD alcanzó en 1963 la gloria que tanto anheló desde
su fundación. Bajo la dirección del tándem Balaguer-Quique y gracias al
mecenazgo de Blas Escrig, aquel equipo consiguió guardarse un sitio de
privilegio en la memoria levantinista
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